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Sobreviviremos!

https://lithub.com/everyone-misunderstands-the-point-of-fight-club/ Carta de Cuarentena: Sobreviviremos! Gloria Gaynor cantaba en los 70s: “I´ve got all my life to live, I´ve got all my love to give”… Esta carta parte con una pregunta, continúa con tres frases de sabiduría clásica, popular y moderna, respectivamente, y arriba a una conclusión para cada uno y para todos, que es socialmente igual a la de la individual de la genial y universal Donna Summer: We will survive! Ánimo! La pregunta no es si…; la cuestión es ¿cómo? Cuando van terminando las cuartas o se prevén quintas y finales cuarentenas, la pregunta de la mayoría de hogares del mundo de hoy no es si su familia y hogar mayoritariamente sobrevivirá, sino ¿cómo sobreviviremos, como hogar, como familia, como ciudad, como país, como continente, o como humanidad? Sabiduría Popular, Clásica y Moderna Comenzamos por la final -con un meme- seguimos por la clásica -con una anécdota- y terminamos con la popular, con un refrán. Lo moderno: "My Universe, My Rules" Hasta hace poco, hombres y mujeres jugábamos a ser dioses, construíamos un universo paralelo. Busquen por favor el meme en el que la chica moderna, vestida de rosa y con el vientre ensangrentado logra saturar a la entrada del paraíso a San Pedro y éste mal humorado aparece junto a Jesucristo, que tiene que atender personalmente a la activista (que aboga con furia por su derecho a entrar al cielo) y el dueño del local le dice: “Sorry: My Universe, My Rules”… Lo clásico: Noel Clarasó y Julio César Para quienes no se guían por la religión y no creen en la situación narrada, vale la pena leer una anécdota clásica en el libro “Antología de Anécdotas” de Noel Clarasó. Un libro que vengo leyendo desde los 12 años, cuando el Rector de mi Colegio Jesuita de Quito me lo regaló públicamente como premio por haber ganado el festival de música interpretando en el órgano la famosa “Vikina”. Para quienes tengan suficiente edad para recordarlo, más allá de Luis Miguel cantando dicha universal canción mexicana, había un “cartoon” de otro mexicano universal: “Cantinflas” que recorría en globo los países al son de la Vikina. Para mí, mirar ese “dibujo animado” (como le decíamos en Ecuador a los “monitos animados”) era tal cual como la canción, y fue tal cual como el libro recibido. No me he separado del mundo como universo, del mensaje del viaje en globo para conocer otras culturas desde el humor, y de la canción que resuena cada vez que abro el libro de Noel Clarasó, el cual leo aleatoriamente siempre, lo cual es viable porque es un tomo grande, bien encuadernado, forrado con plástico y con separadores vistosos. Justamente ayer releía, tras 30 años de repasarlo, una anécdota que va con la idea de este artículo: en ella, Clarasó narra a un Julio César fundador de bibliotecas y cero feminista, tanto que al ir permanentemente a su biblioteca más cercana encuentra a una mujer joven y le pregunta por su marido. Ella lo mira desafiante y le dice que “no tiene”. Él, con la fuerza pública, la echa de su local, y le dice: “vaya a hacerse de uno, forme su hogar, y dedíquese a producir hijos fuertes y sanos para Roma”… (Su Imperio, sus Reglas). La eterna sabiduría popular: “Detrás de todo gran hombre hay una gran mujer…” A mi madre no le gustaba esta frase; tampoco le iba bien la frase de Julio César; sí que estaba en desacuerdo con el aborto, siendo ella misma una mujer líder feminista en la sociedad, su vida y su hogar. A mi padre tampoco le iba bien la idea del aborto; ellos, en su forma, dieron vida a un hogar de 10 hijos del cual yo soy el menor. Podrían ser mis abuelos, y nunca les escuché decir esta frase de que “detrás de todo gran hombre hay una gran mujer”. Ellos eran autónomos y se amaron muchas veces a la distancia entre los viajes y los sueños de mi padre y entre la cercanía y la fortaleza femenina de mi madre. Los tengo a diario en una foto en mis dos escritorios, el uno junto a mí, y el otro junto a mi esposa y la mayor de mis hijas en una visita a la Costa de Ecuador, todos junto a mi familia visiblemente de raza China. Mi primera hija se parece más a mi esposa y a mi madre, no es tan chinita, la menor es mi chinita, y por eso no está en la foto, pues está presente aún sin aparecer en la imagen. Mi escritorio tiene balanceadas las fotos de mis dos hijas, para quienes hoy conversábamos con mi esposa el ¿cómo harán para conocer a su pareja con la cual caminarán juntas, darán vida, y se reproducirán, como hicieron mis padres, como hicimos mi esposa y yo, si no pueden tener una vida normal en lo afectivo para chicas de su edad, en medio de la pandemia? Julio César no estaba tan loco, Dios nunca es irracional… Nuestro pensamiento, junto a mi gran mujer, que suele caminar delante de mí en muchas cosas, era que Julio César, un gran cultor de lo clásico e imperial, habría quizá ordenado “quarantine” (en latín) –y ojo que lo vamos a investigar- bajo situaciones como ésta, pero no se habría preocupado mucho de que la población se redujera, pues en su tiempo el mandato era todavía el de “crecer y reproducirse” como raza humana. Las feministas extremas han tratado de hacer el trabajo de Dios al cortar por todas las vías la reproducción y el rol natural de la mujer y el biológico de su vientre y su instinto maternal. El nuevo imperio de las naciones unidas ha apoyado esa exigencia como un derecho universal, y los estados herederos de lo clásico han desoído al emperador histórico, promoviendo en sus legislaciones el aborto bajo códigos de salud pública. Quizá Julio César, al mirar esta obra del nuevo imperio de la pax no romana, sino de la pax bretton-woods-niana, hiciera como hizo al ver que su Bruto hijo estaba entre los 23 conspiradores que le clavaron cada uno una puñalada, incluida la propia de su traicionero vástago, en el vientre, a su padre, a pesar de que le dijera: “también tú, hijo mío”. Ya sabemos cómo terminó Roma bajo Bruto y la decadencia en la cual el imperio se sumió. Sobrevivió, pero se extinguió para dar paso a Atila, los bárbaros, y otros que los enajenaron de sus dioses y sus familias, incluyendo los cristianos, su resiliente y cristiana Bizancio, y claro, dieron paso a lo que hoy es Roma: la capital bárbara cristiana que posee el Vaticano dentro de sí, nacido no de una cuarentena, sino de muchas persecuciones y de un intrincado sistema de catacumbas que hicieron fuertes a los cristianos que terminaron por crear su propio imperio bajo la historia y sobre los papas; sí, esos que hasta hoy sobreviven en conexión entre lo humano y lo que ellos entienden -o les llega quizá- como lo divino. SOBREVIVIREMOS! En mi caso, como mis padres, junto a mi esposa y mis hijas, hemos preferido mirar esta cuarentena desde el hogar como un espacio para comer delicioso, para rezar en cada comida, para escuchar misa juntos, y ellas han seguido su ritmo de grupos de comunidad católica que han funcionado de la mano de la teología junto a la tecnología. Parece que la cuarentena les está fortaleciendo y sentimos lo mismo respecto a otros hogares, a las familias diversas, a las ciudades con las que interactuamos, a los estados que observamos, y a veces hasta vemos algo de conspiración positiva del mismo universo. Alguien decía que habría más violencia en los hogares, y frente a la reducción de los femicidios como tales, observada en varios países, cada vez más, parece que los hombres varones no somos tan malos como nos pintaban. El discurso feminista radical ahora es el de que habrá que esperar un tiempo para evaluar la realidad; sin embargo, en mi parecer como economista y experto en temas de protección social, pero también músico, poeta y loco, que mira estos fenómenos científica y comunicacionalmente, me parece que si hubiera existido una nueva tendencia que aniquile sistemática, estructural o coyunturalmente a las mujeres -de parte de sus victimarios varones- la evidencia ya habría surgido hace muchos años, y se habría vuelto escándaolo viral desde el activismo en este año, hace muchas semanas, de verdad. Parece que no hay tal. Parece que los hogares sobreviviremos fortalecidos. Parece que el caminar juntos de padres y madres se ha ido recomponiendo, y parece que quien estaba en las luchas de las calles y las universidades ha tenido que volver a seguir el mandato de Julio César, estudiando en casa, haciéndose de pareja, y sin casorio muchas veces, llegando a reproducirse, como se veía hace unas horas, que la gente salía de cuarentena en Santiago de Chile, en Providencia, y festejaba: una amiga muy querida, a un amigo muy querido que, en su propia cuarentena, y en su propio hogar, había sido padre. Quizá la evidencia que veamos en Navidad, para Diciembre, o para el 2021, sea más bien no el del meme de vientres ensangrentados, sino el de la vida creada bajo las reglas eternas del universo. Tampoco será la de mujeres no educadas y en barbarie, pero sí será el de mujeres embarazadas dando hijos al mundo, quizá con tasas de natalidad propias de lo que se está llamando a convertirse en la nueva era que surgirá de la mano de los “hijos de la cuarentena”. Habrá que mirar tendencias y evaluar con el tiempo. Veremos las estadísticas. Sobrevivir Quizá nos debamos quedar entonces con la capacidad de sobrevivir, y de criar hijos varones nada brutos, nada bárbaros, nada “poca madre” como dirían los mexicanos, sino hijos varones fuertes, sean recién nacidos, o renacidos, desde el seno de sus hogares, con sus madres, con sus progenitores que sean muy “padres” (como diría Cantinflas en sus películas para denotar algo buenísimo). Y claro: quizá veamos familias y hogares que no exigirán tantos derechos al nuevo imperio estatal global, sino que habrán formado muchas de sus convicciones en torno al hogar como espacio de responsabilidad primigenia, donde se lava los platos, se mantiene la paz, se acompaña, y se logra todo en conjunto, en equipo. Los medios y las redes, buscando en extremo la diversidad de las fuentes, hoy recogen historias que hacen sentido para el nuevo yo de todos y para el propio caso a caso de cada uno. Se nos está devolviendo nuestra humanidad En lo mío propio, lo observo lejos de mi país y de mi madre, pero cerca de mi esposa y mis dos hijas, que sin ser yo un gran hombre, sí que tengo apuntalándome a diario a tres grandes mujeres. Espero, ellas puedan decir lo mismo. Espero que todos los varones podamos decir lo mismo, y espero que todas las mujeres puedan decir, como decía mi madre: que junto a toda gran mujer realizada, hay un gran varón, hijo o esposo, padre, o abuelo, que le haya impulsado para sobrevivir y crear vida! Si esto es así, NO LO DUDEN: sobreviviremos ! Roberto “Chino” Salazar Santiago, 5 de Septiembre de 2020 Ps: quedémonos con el himno de Gloria Gaynor para disfrutar estos días maravillosos!

Sobreviviremos!
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