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EL DERECHO A LA DIVISION

división

Del lat. divisio, -ōnis.

1. f. Acción y efecto de dividir.

2. f. Operación matemática de dividir.

3. f. Dep. Grupo en que compiten, según su categoría, los equipos o los deportistas.

4. f. Mil. Gran unidad formada por dos o más brigadas o regimientos homogéneos y provista de servicios auxiliares.

5. f. Ortogr. guión (‖ signo ortográfico para dividir palabras).

6. f. Ret. Distribución ordenada de los varios puntos que puede abrazar la proposición del discurso oratorio.

división acorazada, o división blindada

1. f. Mil. división que está constituida fundamentalmente por carros de combate o fuerzas transportadas en vehículos blindados.

división celular

1. f. Biol. Proceso de reproducción de las células mediante el que se originan dos o más células hijas.

división de poderes

1. f. Principio organizativo de los Estados modernos según el cual las funciones legislativa, ejecutiva y judicial se ejercen a través de órganos distintos e independientes entre sí.

división del trabajo

1. f. Econ. Distribución del proceso productivo en distintas categorías o especializaciones.


La obsesión por la igualdad, la suma, el impacto, la multiplicación de los panes, la potencia, la aceleración, la fuerza, lo exponencial y los juegos de suma positiva que apuntan hacia el bienestar infinito, han puesto "en menos" a la división, al logaritmo, a la mala distribución, la desigualdad, la resta, la demora, lo negativo, la radicación, y por supuesto, a la división.


¿Por qué no esgrimir como un derecho la división?


El derecho a dividir los panes es algo que en su momento fue milagroso, pues fue el principio sobre el cual, al repartir lo imposible se creó lo necesario y más.


La división del capital en acciones sigue ese principio: los "shares" son pequeñísimos pedazos de una riqueza que, al dividirse entre varios "accionistas", pasa a producir, y esa riqueza, dividida y distribuida con el incentivo de pagar lo necesario y más, crea el milagro económico necesario para evitar la distribuición como responsabilidad y no como derecho.


Ser diferentes, tener fracciones diversas, no pasar por la igualdad ante la ley, sino llegar a la división de la sociedad en la unicidad final del ser individual, y no la masa creada a imagen y semejanza de un líder político, es un derecho: el de la identidad.


Es curioso que la identidad comienza a imponerse ahora a punta de ofensas: ofende a los iguales el que la naturaleza nos divida, al dividirse nuestras células, para crear las desigualdades que nos hacen viables como especie, única, y diferente de las otras que al clonarse y casarse solo entre "iguales", desaparecen, al deteriorar su genética y su capacidad de adaptarse al ambiente y a las circunstancias.


La protección social igualitaria y el derecho común en grandes agregados termina por deteriorar la capacidad de re-crearnos, de recrearnos, de entrar en el divertimento, de diverger, de dividirnos, de competir, de ganar y perder, y de sufrir dolor para ganar honor.


La sociedad no quiere sufrir y ha olvidado el "sangre, sudor y lágrimas", o el "no pain, no gain" de antaño.


Por ello, es tiempo de reinvindicar el derecho humano a la división, no como resultado, sino como búsqueda del máximo común denominador, que curiosamente es el número unitario más grande que nos permita encontrarnos y hallar nuestras relaciones para simplificarnos, por división y por eliminación de factores comunes en numerador y "divisor".


Presupuestemos, entonces, no de acuerdo al mínimo común múltiplo, sino en función del máximo común divisor, para simplificar mejor, para dividir y recrear, y seguir operando sin lastres de factores que solo alargan las expresiones y crean un álgebra de "basuritas", como las llamaban en la secundaria a todas esas partes paramétricas, binomiales, trinomiales o polinomiales que nos complican la vida y nos hacen maximalistas en complejidad innecesaria.


Busquemos permanentemente el factoreo social y hagamos uso de la división también como un derecho: el derecho a ser derechos para seguir un camino sencillo y derecho, de divisiones como bendiciones.


Que la derecha y la izquierda se dividan, y se reencuentren, más sencillas, tras haber indagado los factores comunes, para dividir y reinar, gobernar y ordenar, producir y estabilizar, volver a dividir, recontar y distribuir, ahí sí, tras simplificar.


Una sola cosa pedimos en estos tiempos de maximalismos, entonces: mantengamos la división de los poderes, y evitemos la acumulación perniciosa de liderazgos todopoderosos.


No nos sirven en Rusia, no nos sirven en América, no nos sirven en el mundo.


Tenemos derecho a dividirnos y rehacernos uno solo hasta volvernos nosotros mismos.


¡Viva el Libre Albedrío!




Viva la División de los Poderes!




Una idea formal, al final de cuentas: Sin División, sobre todo en los Poderes, no hay Justicia, y sin ella, no hay libertad. Sin ambas, no habrá jamás igualdad, ni menos fraternidad.


"Partamos"...

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