Juntar el estado social de derecho con un rol subsidiario del estado solo es posible bajo un acuerdo constitutivo de un territorio que opera bajo una economía poligonal.
Buena parte de los problemas del diálogo y el contrato social a construir desde lo público radican, en opinión de De Neubourgh, en la falta de volumen que implica el trabajo en economías lineales y no poligonales.
Una economía lineal transcurre entre lo negativo, lo positivo y equilibrios con juegos de suma cero, pues carece de más dimensiones que le quiten lo simplista de un enfoque social, económico y político dominado por izquierda, derecha y centro, respectivamente.
Una economía poligonal posee todo lo anterior sí (no lo niega, ni lo anula), pero crea espacios reales de poder que sumados permiten hacer un Maximin Rawlsiano, al formar áreas de convergencia amplias, donde el centro puede proyectarse sobre los ejes que pueden ser dinámicamente jugados hacia el ganar ganar, de unos y otros, más ó menos cada cual, pero ganar al fin, en los tres antedichos juegos: el de una (ya factible) esfera social, una esfera económica, y una esfera política.
En el camino, se puede crear, por dicha dinámica de diálogo, al menos un círculo social, un círculo económico, y un círculo político, o en el caso más sencillo, sin volumen, y sin área propia, se puede creer y crear, al menos un eje social, un eje económico, o un eje político desde el muy corto plazo, amalgamando y juntando los ejes para producir un triángulo medido, mediado y sostenido para que quepan todas las izquierdas, los centros y las derechas y sus datos (e incluso sus relatos) necesarios para responder los qué y cuánto, los cómos y los para quiénes de toda economía en escasez.
El triangular la representación permite, por ejemplo, tener un rol subsidiario del estado que deja espacio para que se tenga un empresariado sin fines de lucro, o con individualismo de real mano invisible más social, mientras el crecimiento permite que conforme se va necesitando, la sociedad se corra más a la izquierda.
Hace muchos años se demostró con la síntesis neo-clásica, que hay compatibilidad (vía diálogo) con un rol subsidiario del estado que sea más económico y se corra más a la derecha en su eje, y una vez más, armando un polígono triangular, se pueda jugar a las islas en la política económica, entrando en equilibrios de área chica que pueden irse hacia el centro, la izquierda o la derecha, según voten los ciudadanos en un territorio u otro, sin afectar las instituciones, la transparencia, la democracia, la libertad, y la paz.
Lo anterior, más allá de lo teórico, es algo matemáticamente práctico, pues el triangular y armar redes neuronales permite no solo medir los recursos que se pueden invertir en proyectos sociales, económicos, o políticos, sino dialogar y acordar tiempos para que cada uno pague y reciba lo que le corresponda con sus costos y beneficios, obteniendo todos, en valor presente, sus ganancias netas a través del tiempo y del espacio, en territorios y plazos.
De dicha forma, el mercado financiero del ahorro y de la inversión se equilibran y lo monetario y fiscal dejan de pugnar entre sí, reservando el debate para las formas más eficientes de planificación, programación, participación, procesamiento de plazos, y pagos pecuniarios, que no necesitan de una autoridad fuerte, sino de una proyección dialogada para abandonar la corrupción pública y privada, y sobre todo dejar atrás definitivamente el totalitarismo y la violencia, la delincuencia y la victimización.
Triangular y poligonizar es fundamental para crear constituciones bajo un sistema realmente liberal.
Una sociedad que dialoga poligonalmente, es capaz de hacerse institucional, a través de acuerdos de proyectos e inversión, debates de política económica, o de economía política, pero más que nada, a través de acuerdos socio-económicos de estado, o de economía social de mercado, así como resultados socio-políticos, o de políticas sociales que, en todos los casos, requieren juntar no solo a dos ejes para formar meros ángulos de visión, sino que requieren juntar al menos a tres ejes para formar áreas de desarrollo.
A partir de la medición de los acuerdos, se puede triangular de forma sucesiva, incorporando ejes, ángulos, equilibrios, puntos de convergencia, áreas, particiones o unificaciones de triángulos, y claro, construir realidades y jugar en la dimensión del tiempo, para darle movimiento a los polígonos ya volumétricos, financiables y bancables, gracias a un análisis de geometría basada en teoría de gráficos, que puede complejizarse según sea su dinámica, para recuperar calma entre inversores diversos, incluso si deben observar temporalmente resultados con formas matemáticas negativas, no solo reales positivas.
Si buscamos el equilibrio y ello nos conduce a necesitar las raíces cuadradas, incluso podremos jugar con números imaginarios que se procesarán, junto con lo negativo, de forma invisible, usando la ventaja de dialogar tecnológicamente, mientras los diálogos poligonales fluyen y confluyen sin que nadie se exaspere frente a la complejidad.
Divisar un mundo posible es la base que mueve la voluntad que debe acompañar, siempre, a la racionalidad, por si esta última flaquea.
Usar tecnología en talleres permite así, trabajando en conjunto las triangulaciones, resolver las fórmulas algorítmicas poligonales, que permitan llegar a acuerdos estables, dinámicos, duraderos, existentes, convergentes, y por tanto, de equilibrio a largo plazo.
Roberto F. Salazar-Córdova
ECONOMISTA PRINCIPAL
HEXAGON GROUP
LAT-AM / UK-GLOBAL
MIDIENDO Y ACELERANDO EL DIALOGO HEXAGONAL,
CON MENOS DIVERGENCIAS Y MAS CONVERGENCIAS
¿PARA QUÉ POLARIZAR SI PODEMOS TRIANGULAR?
RED SANTA CRUZ,
INVERSORES DE IMPACTO
LATINOS, AMERICANOS, BRITÁNICOS Y GLOBALES...
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