En tiempos clásicos de la economía, la inversión pública fue materia de debate filosófico y político. Hoy, pasados los tiempos neo-clásicos, los liberales y los neo-liberales, los del relativismo y los del post-modernismo, conviene estudiar desde lo neo-neo liberal a la inversión pública.
Definamos, para ello, lo neo-neo liberal, así como definamos a la inversión pública en dicho contexto.
Por neo-neo liberal, se entiende aquella forma renovada del neo-liberalismo que se ha venido preparando en términos normativos y positivos para crear condiciones de reinado económico futuro, por al menos 50 años, a partir de las evaluaciones de impacto y los aprendizajes de evolución del modelo neo-clásico aplicado globalmente desde los años 70 del siglo pasado.
Dentro de dicho contexto, podemos definir a la inversión pública como un fenómeno que interesa al público en general y posee una temporalidad definida de flujos que comienzan y terminan en un determinado tiempo, por tanto, y deben conducir a resultados apreciados por el público general, más allá de la ambivalencia limitante del estado como administrador de la res pública, y del mercado como administrador de intereses privados. La inversión pública hoy mira hacia lo neo-neo político, ambiental, cultural, económico y social, en general, y en particular, hacia la creación de consensos en torno a las neo-neo libertades políticas en lo económico, ambiental y cultural, pero también en lo inversionista nacional y global.
El rol clásico del estado inversor, ligado a los bienes públicos y la infraestructura, que ha sido manipulado por el populismo hasta convertirlo en fuente de control del poder y base de la corrupción está renovándose aceleradamente tras la pandemia con la que cerró y abrió la segunda década del siglo 21.
Atrás han quedado las intentonas desarrollistas del socialismo del siglo 21, cuya evaluación ha terminado en un caos latino-americano en el cual los inversionistas miran a América Latina como un Titanic, donde cada habitación nacional para el inversionista internacional termina siendo igual de riesgosa, debido a la falta de consensos sobre la forma de salir del atolladero de la confusión en los roles de los diversos intereses representados por inversionistas estatales, inversionistas privados, pre-inversionistas, post-inversionistas, inversionistas comunitarios, e inversionistas internacionales.
La neo-inversión pública, que fuera desarrollada bajo una praxis sin teoría de fondo en lo económico por el socialismo del siglo 21 en las dos décadas pasadas, a partir del debate de la inversión pública como rol puramente estatal durante el socialismo del siglo 20, ha entrado en cuestionamiento absoluto, dados sus pobres resultados.
La neo-neo inversión pública liberal surge, por ello, como un espacio de diálogo entre inversores, pre-inversores y post-inversores tanto estatales como privados, en alianzas de pares sí, pero buscando hoy la triple alianza con lo comunitario como punto de equilibrio en lo político, de modo de articular intereses locales, nacionales y globales.
Sin una neo-neo inversión pública liberal, el camino al capital como forma de crecimiento orgánico y distribución informativa en lo programático, económico, ambiental, comunitario, investigativo, nacional y gubernativo, es imposible lograr responder a las tres preguntas básicas de la economía desconocida que se nos acerca con fuerza para el año 2030, el 2040 y el 2050.
¿Qué y cuánto, cómo, y para quién producir?
Para quienes tienen 70 años, la historia vivida en los años 60s del siglo pasado tuvo como referentes la Primavera de París, las guerrillas y el Ché en América Latina, el neo-liberalismo de Chile perfeccionado por el surgimiento del Sud-Este Asiático en los 80s y 90s, el surgimiento del socialismo del siglo 21 que terminó su primera fase de manera abrupta con el cambio tecnológico obligado por la pandemia 2019 aparentemente controlada por la neo-neo inversión pública coopetitiva lograda en el proceso de vacunación donde Chile nuevamente fue país modelo, y claro, habrá vivido ya el terror no solo de la guerra que parece querer desatarse pero no termina de hacerlo, mientras la crisis climática se muestra cada vez más desafiante desde lo natural.
La neo-neo inversión pública liberal:
1. Dialoga. No se impone.
2. Usa Tecnología. No políticos.
3. Integra. No deriva.
4. Suma. No resta.
5. Multiplica. No divide.
6. Potencia. No radicaliza.
La neo-neo inversión pública es tal porque usa todos los capitales en todas las formas en la que dichos capitales pueden ser productivos, y por ello, puede responder el qué y cuánto producir, el cómo y el para quién hacerlo.
Las múltiples crisis globales, nacionales y locales no requieren soluciones unipolares, ni bipolares. Los desafíos de los años 20 nos convocan a juntarnos, a dialogar, a usar la técnica y la tecnología para procesar vía algoritmos los vacíos de poder.
Estamos convocados a trabajar en red, integrados, de modo de ser más productivos de verdad, sumándonos y creando juegos cooperativos donde no haya suma cero.
Estamos llamados a crear elecciones sociales, racionales y públicas que sean de todos y que por ello, gracias a un nuevo, novísimo ADN@+ nos potenciemos y eliminemos de raíz la guerra y la quema como fuentes de poder y apropiación, para dar paso a las paces y las siembras como fuentes de políticas y distribución.
Las divisas que se invierten llegan desde lo democrático, lo distributivo, lo dinámico, y lo descentralizado. Antes queríamos, en lo neo-liberal, ser más para servir mejor. Hoy en lo neo-neo liberal debemos servir mejor para ser más.
No hay trucos para crecer en red: el que sirve, sirve.
PEACING implica "hacer las paces" entre todos: acordando políticas de planificación, programación, participación, procesos y precios de la neo-neo inversión pública liberal.
Es tiempo de descentralizar la inversión desde el estado hacia lo hexagonal, dialogando sí, pero capitalizando comunidades y territorios juntos, desde nuestras funciones de red bajo la lógica por la cual podremos asumir la neo-neo inversión pública como una santa cruzada de líderes micro y no macro, funcionarios y no autoridades, de base de las pirámides inversionistas micro, desde nuestras fuentes de ingresos: estatales, empresariales, académicas, mediáticas, comunitarias locales y comunitarias globales.
La neo-neo inversión pública liberal hace eso: nos libera a los pequeños del poder de las cúspides, y claro, nos saca de las esferas familiares y de amigos como centro de la sociedad, para convertirnos en centros de la economía.
La tecnología está aquí para liberarnos en lo público y renovarnos como inversionistas cuya misión es sencilla pero imposible a la vez sin la cooperación de una red que nos permita ser nosotros mismos y por ello, de verdad nos libere para cumplir nuestro rol: servir mejor para ser más.
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