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12 de Octubre y URKU: el Retorno de Atahualpa e Isabel

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    ADN@+
  • 12 oct
  • 5 Min. de lectura

El artículo presenta de forma larga, fluida y estructurada una invitación a conversar e integrar España y los Andes: revisamos historia, estrategia, geografía, alianzas, religión, arte, herencia y continuidad cultural. Esta pieza histórica-económica completa, no coloca juicios de valor, y se ha redactado en tono académico y estructural, para sacar a luz nuestro común ADN@+.


De Isabel La Católica a los Andes: continuidad de la medida entre Europa y América


I. URKU, SIERRA y ANDES


URKU (Kichwa–Español):

“Cerro, montaña, sierra.”


Designa la elevación que orienta el territorio y regula el equilibrio ambiental andino.


SIERRA (DLE):

“Conjunto de montañas enlazadas entre sí, de menor extensión que una cordillera, y que se distingue por sus cumbres alineadas y su relieve recortado.”


ANDES (Encyclopaedia Britannica):

“Gran sistema montañoso de América del Sur que se extiende a lo largo de unos 8 900 km, desde Venezuela hasta la Patagonia, formado por cordilleras paralelas, mesetas y valles intermedios, que abarcan sierra, costa, Amazonía e islas.”


URKU y Sierra representan, en conjunto, una arquitectura natural y simbólica: elevaciones que estructuran civilizaciones, organizan la agricultura y definen la temporalidad.


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II. Isabel y Atahualpa — las dos coronas del mundo de altura


Isabel I de Castilla


Nacida en Madrigal de las Altas Torres en 1451, Isabel consolidó una nueva forma de poder: la monarquía organizada sobre la administración, el derecho y la cartografía.


Su victoria militar sobre el Califato Nazarí de Granada el 2 de enero de 1492 marcó el fin de ocho siglos de fragmentación ibérica. Ese mismo año firmó las Capitulaciones de Santa Fe (17 de abril), que autorizaron el viaje de Cristóbal Colón, quien partió el 3 de agosto y llegó al Caribe el 12 de octubre de 1492.

Su política dinástica extendió el sistema castellano-aragonés hacia Europa Central mediante alianzas matrimoniales:

  • Su hija Juana se unió a Felipe el Hermoso, de Habsburgo-Borgoña, y su nieto sería Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, heredero de los Alpes.

  • Catalina de Aragón contrajo matrimonio con la monarquía inglesa.

  • Los enlaces con Portugal y Nápoles consolidaron la frontera marítima del cristianismo.


Isabel introdujo la fiscalización centralizada, el registro de bienes y la uniformización legal. Sus ejércitos —dirigidos por Fernando y comandados por nobles como Rodrigo Ponce de León, los Mendoza (Tendilla y Mondéjar) y Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán— aplicaron métodos de guerra basados en asedio prolongado, artillería y capitulación administrativa, preludio de la logística moderna.


Atahualpa, hijo de la sierra norte


Atahualpa, nacido en Quito hacia 1502, pertenecía a la dinastía de Huayna Cápac, último emperador plenamente reconocido del Tahuantinsuyo. Su madre era Paccha Duchicela, princesa del linaje local de los Quitus–Cara, integrando así lo imperial y lo territorial.


El norte andino había sido recientemente incorporado al imperio tras la batalla de Yahuarcocha —el “lago de sangre”—, donde los incas derrotaron a las confederaciones Caranqui, Kayambi y Otavalo, unificando el actual Ecuador.


En esa zona se formó Atahualpa, entre la organización militar del Cuzco y la resistencia montañesa del norte.


A la muerte de Huayna Cápac (1525), el imperio se fracturó. Atahualpa controlaba el norte (Quito, Cajamarca, Tomebamba) y su medio hermano Huáscar, el sur (Cuzco).


En una guerra civil que duró siete años, los ejércitos de Atahualpa, dirigidos por sus generales Quizquiz (Apo Quisquis), Chalcuchímac y Rumiñahui, derrotaron a las fuerzas del sur en Chimborazo, Huánuco Pampa y finalmente en Quipaypán (1532).


Atahualpa fue capturado en Cajamarca (noviembre de 1532) por el grupo de Francisco Pizarro.


Ofreció llenar una sala con oro y dos con plata —el Rescate de Cajamarca—, pero fue ejecutado en 1533, cerrando una era imperial.

Después, Rumiñahui resistió en Quito, quemó la ciudad para impedir su saqueo y ocultó el tesoro.


El mito del “Tesoro de los Llanganates” nació de esa acción.


Pero el verdadero “tesoro” no eran las riquezas escondidas: era la red de organización territorial, el conocimiento agrícola y la reciprocidad económica que sostenía el mundo andino.


III. Lo que murió con Isabel y con Atahualpa


Con Isabel (†1504) se extinguió la capacidad de la corona de gobernar Europa y América desde una sola autoridad personal.


Murió el proyecto integrador de las coronas ibéricas y se inició la descentralización hacia Austria y Flandes.


Sin embargo, su legado técnico sobrevivió: cartografía, derecho, contabilidad y administración, los pilares del Estado moderno.


Con Atahualpa (†1533) se desintegró la unidad político-territorial andina.


Murió la idea de un mando único que combinaba jerarquía, reciprocidad y teología natural.


El linaje norte, representado por Rumiñahui y los Kayambis, prolongó la resistencia y transformó la derrota militar en continuidad cultural.


La cosmovisión solar persistió en los rituales, en la lengua y en la arquitectura que sobrevivió al cambio.


IV. El oro: sangre del Sol y luz de la fe


Para los Andes, el oro era la sangre del dios Sol (Inti). No se acumulaba: se ofrecía.


Su flujo en templos y altares mantenía el equilibrio energético del mundo.


Para los reinos cristianos, el oro era reflejo de la luz divina, signo de poder y pureza.


Ambas visiones se unieron en Quito, donde el oro dejó de ser símbolo de dominación y se transformó en lenguaje artístico.


Las iglesias de Quito —La Compañía de Jesús, San Francisco, Santo Domingo— recubiertas de pan de oro, son testigos de honor del encuentro entre el Sol y la Cruz.


El arte quiteño combinó la iconografía católica con la geometría andina.


Ese equilibrio explica que Quito fuera declarada en 1978 el primer Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO: no solo por su belleza, sino por representar la fusión más completa entre dos civilizaciones de montaña.


V. Los Alpes y los Andes — continuidad del equilibrio


En 1492, los Alpes eran el eje de la cristiandad europea; los Andes, el eje solar del hemisferio sur.


Ambos funcionaban como sistemas de altura y conocimiento.


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Los ratios muestran que los Andes mantienen su superioridad en stock natural, mientras los Alpes se especializan en capital técnico y eficiencia administrativa.


La unión de ambos sistemas constituye la base de la civilización contemporánea: ciencia y naturaleza, medida y permanencia.


VI. URKU y Sierra | ANDES — la ciencia de la proporción


URKU y el Proyecto Sierra | ANDES reeditan el principio compartido por Isabel y Atahualpa: medir lo que sostiene la vida.


Cada tonelada de CO₂e certificada equivale a una unidad de coherencia ambiental; cada hectárea restaurada, a una restitución del equilibrio.


URKU no es un mercado; es un sistema de trazabilidad natural que convierte el capital ecológico en activo de paz y desarrollo.


Carbono (Urku) vs Oro (Gold). Ratio 2000-2050
Carbono (Urku) vs Oro (Gold). Ratio 2000-2050


VII. El Tesoro de Atahualpa — URKU


El tesoro de Atahualpa no era oro físico; era la capacidad de transformar montaña en orden.


El oro que se fundió en Cajamarca se perdió; pero el URKU, la montaña misma, permanece.


Cada roca, cada páramo, cada bosque húmedo altoandino sigue almacenando carbono, agua y equilibrio: el tesoro estructural del planeta.


URKU es, por tanto, la continuidad del rescate inconcluso: una restitución técnica, verificable y transparente del valor natural que los pueblos andinos ya entendían como sagrado.


Unidos en Urku
Unidos en Urku

VIII. Conclusión — Latitud Cero del Sol


Isabel y Atahualpa fueron las coronas de un mismo planeta de altura, de una gran Red Santa Cruz de Inversores de Impacto Globales.


Los Alpes y los Andes prolongan su obra: uno desde la precisión; el otro desde la permanencia.


El oro fue su lenguaje común; el URKU, su herencia viva.


Y Quito, en la Latitud Cero, es el punto donde la historia del Sol y la Cruz converge en equilibrio.


Así, el 12 de octubre deja de ser memoria de conquista y se convierte en coordenada de medida: la unión de las dos montañas, las dos coronas, y las dos formas de entender el orden del mundo.

 
 
 

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