Que la iliquidez no nos vuelva locos! ¿Trabajemos en comunidad?
Hace pocos días, tuve la oportunidad de conversar con un amigo empresario y exportador, muy parte de la élite de su ciudad, sobre temas de negocios en América Latina.
Su conversación traslucía problemas de iliquidez, que lo mantenían inquieto, según me confesaba en amistad.
Hoy tuve la oportunidad de conversar con un ex profesor y líder permanente del trabajo cercano a comunidades, sobre los mismos temas de negocios, pero a nivel global, coincidiendo ambos sobre las oportunidades que brinda la tecnología en medio de la crisis.
Su conversación traslucía inquietudes estructurales, que en lugar de mantenerlo inquieto emocionalmente, lo mantenían abierto intelectualmente, lo cual llevó a que pensemos como siempre, con altura y respeto, también en amistad, sobre los escenarios de oportunidades dables en medio de las crisis abundantes.
De seguro, estas conversaciones muestran las dos caras de la medalla: la preocupación vs la acción, y la emocionalidad vs la tranquilidad.
Mis ancestros chinos dicen que la crisis es una oportunidad. China está manteniéndose a flote en medio de la crisis porque mantiene la calma, no grita como Rusia, y gana porque no recibe sanciones, ni entra en conflictos jurídicos con Europa ni con Estados Unidos, sino que declara amistad sin límites con unos, y negocia con otros, con sabiduría real, como mi China ancestral.
Sí: los mercados están inestables, y sí: en este tiempo, las deudas son el pan de cada día. Elegir la vía del conflicto es mala consejera, sobre todo para las élites blancas del mundo, pues las masas están inquietas, los indígenas están empoderados, las razas están en conflicto, el hambre arrecia, y las consideraciones se vuelven pocas.
Hace poco en Ecuador veíamos cómo los indígenas se tomaban haciendas florícolas, ganaderas, agrícolas, y otros campos de patrones de fundo, como se diría en Chile, y causaban escasez, arrinconando a Quito, sus colegios, sus familias, sus barrios, y sus élites, en un paro nacional que causó inflación, pérdidas, desempleo y una crisis política que obligó a la dimisión del Ministro de Economía y Finanzas del país.
Elegir la confrontación no fue la salida para el Presidente Lasso: eligió el diálogo, y tuvo mucho soporte de diversas organizaciones de la sociedad civil, de la iglesia, de organismos internacionales, de los líderes del sector privado, de pocos políticos en el sector público (que preferían el conflicto), y claro, de la academia: siempre paciente y siempre inteligente. Lasso tomó en cuenta las ideas del Diálogo Hexagonal, que se activó durante el mes de Junio y Julio, y analizó los escenarios de guerra como lo que era: un conflicto que podía escalarse, o un conflicto que podía mediarse. Eligió lo segundo, y logró tener 3 meses de paz para conversar: lo inteligente y sabio a hacer.
Algo parecido está pasando en Chile, donde en medio de una subida de precios muy elevada en combustibles, alimentos y transporte, el gobierno ha elegido aceptar que la ira de la población, ha sido canalizada hacia el rechazo de su propuesta de constitución. Conflictuar le abría un desastre, con una potencial pérdida de capital político, y por ello, se ha abierto a dejar de azuzar en las calles el conflicto, pasando más bien a empoderar a quien pudo nombrar en el ministerio de Hacienda: un técnico que fue antes Presidente del Banco Central de Chile. Le han dado el rol protagónico al técnico, para que estabilice el tipo de cambio vía acciones de bonos fiscales en divisas, y coordine adicionalmente con el autónomo instituto emisor, lugar de su ex trabajo, de modo de acelerar acciones, y bajar el precio del dólar. Han podido tranquilizar al país, sabiendo ya que su objetivo anhelado de que se ganara la constitución igualmente anhelada (por su sector) es cada vez más un caso perdido. Boric sabe que la derecha y los opositores de su gobierno hoy tienen (gracias a la crisis) la sartén por el mango; de hecho, en redes sociales se extraña ya a Piñera como gestor de soluciones en medio de la crisis. La reacción final del gobierno, no ha sido denostar más a Piñera, sino copiarle, lanzando una propuesta de bonos de invierno muy parecida a la suya en tiempos de pandemia. Cosas de la política y de la vida.
En Colombia, tras las elecciones, los anteriores contendores se abrazan y pese a todas las durezas de una campaña inusualmente sucia, aupada por asesores enfocados en su victoria en su lado, han tenido que optar por conversar, desde la élite y sus intereses a precautelar, con las masas y su líder pronto a gobernar.
Son tiempos en los cuales no se debe disparar al mensajero. Eso no es lo inteligente a hacer. Son tiempos en los cuales el diálogo debe cuidarse como oro en polvo, y los mediadores deben mimarse y no insultarse. De otro modo: la crisis la estará generando el que se pica. En tiempos de crisis, el que pestañea pierde. Hay que mantener los ojos abiertos a oportunidades, y hay que mantener todos los canales abiertos para no hacer enemigos entre los amigos, y hacer amigos entre los enemigos.
Chile está haciendo lo último: abriéndose a un proceso no rotundo de cambio constitucional, tras el rechazo mayoritario que, gane o no, ya ha marcado la preferencia del electorado en las encuestas, las mismas que antes usaron unos y otros para denostar al adversario; las mismas que hoy usan para acercar al viejo enemigo, pues los tiempos son duros, y hay que estar muy unidos.
Bolivia menciona, en este sentido, que los subsidios mantienen estable al país en medio de la crisis: quizá tengan razón, aunque no crezcan. Son tiempos hacia los cuales se dirige Ecuador, pues la pobreza es real, el desempleo también, las carteras vencidas están a la orden del día, y las liquideces no abundan, corriendo el riesgo de pasar desde el estado de pérdidas y ganancias hacia el balance, obligando a liquidar activos y financiar empresas, de modo de evitar quiebras por iliquidez convertida en insolvencia.
Los mercados globales tienen las cadenas de suministros rotas. Es tiempo de acercarse al estado para pagar impuestos y transferir dinero hacia los grupos que demandan servicios con violencia, comenzando por la comunidad de negocios propia, sin quebrar piernas, sino apalancándose e invirtiendo en negocios en la comunidad (Business in the Community).
La izquierda, si gobierna, empieza a distribuir, y la derecha, si gobierna, hace lo propio. No son tiempos para conflictuar, sino para colaborar. La Unión Europea lo sabe, y Christine Lagarde acaba de anunciar hoy, el lanzamiento del TPI (Transmission Protection Instrument), como una medida de apoyo del Banco Central Europeo para hacer aquello: fondear con crédito, como banco, a los países, exigiendo solamente solidez fiscal, y una mímica de los viejos tratados de Maastricht que dieron paso a la actual Unión Europea. La unión hace la fuerza, y hay que salir juntos pensaron los Europeos, que votaron unánimente en favor del TPI y en favor de la salida de las tasas de interés negativas hacia tasas positivas para controlar la inflación tras 14 años de no haberlas topado (a las tasas) para evitar una recesión que hoy, tras lo de Lagarde, ya es oficial.
Se viene la recesión. Europa le ha dado comienzo en esta mañana. En Colombia, la confianza industrial baja, México se defiende como puede en lo comercial, Argentina convoca a consultas por cambios en las tarifas de transporte; en Colombia piensan en bajar las tasas de interés y dejan flotar libre hasta los cielos el peso y la inflación, de modo de evitar el desempleo. En Perú comienza el circo nuevamente en la política, como en Italia y Reino Unido. Mientras tanto, el Mercosur rechaza la solicitud de Ucrania de envolverlos en su guerra, y EEUU lanza una política para el siguiente monstruo en la línea, la crisis climática, mientras su presidente da positivo para Covid, a la par que en Ghana aparece un nuevo virus. Los trabajadores de América Latina siguen confiando en las criptomonedas, mientras Elon Musk, más arriba, entrega muchas de ellas para pagar las cuentas de su mal negocio hecho en redes sociales con Twitter y su mundo de bots sin valor comercial, pero con muy alto valor político para conflictuar y crear luchas de clases que hunden a la tecnología por medio de la misma tecnología, y crean recesión en medio de la confrontación.
Afortunadamente, la tecnología es inmune al COVID y tiene mejor capacidad para adaptarse que los políticos y los empresarios en sí mismos, siendo la tabla de salvación para ligar empresarios con comunidades, como solución alternativa a la confrontación entre razas, donde los únicos que ganan son los malos informadores, los peores asesores, los abogados (como no), y los vendedores de armamento (por supuesto).
Mientras esto se entienda, y se pase a colaborar entre razas, vía tecnología e inversión global-local entre empresarios y comunidades, los mercados estarán inestables como las economías, como las sociedades, y como los gobiernos.
Mientras esto se entienda, y mientras solo se escuche a los abogados y no a los economistas, lo que tenemos en los mercados será estructuralmente lo que tenemos en ellos en este momento y coyuntura: todo incierto, todo inestable, con estanflación, sin negocios internacionales tradicionales, y sin élites que puedan salir adelante por medios legales o de juicio, amenaza, y quiebre de piernas de sus "súbditos" en sus países.
La ira ronda los espacios de las sociedades, y más que entrar en conflicto con los "indios" de América o los "Chinos" del Orbe, hay que mediar, hay que escuchar, hay que trabajar en red, y hay que disculparse de viejas o nuevas rencillas, y crear nuevas oportunidades.
Recordemos: las crisis las creamos nosotros mismos cuando nos irritamos. Pensemos, mantengamos la cabeza fría, y hagamos caso a los Israelitas y su vieja frase para triunfar en los mercados en medio de la diáspora: "cuando hay crisis, muchos lloran; nosotros vendemos pañuelos".
Roberto F. Salazar-Córdova
CFO, Red Santa Cruz
Inversiones de Impacto
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