En Chile, durante la primera mitad del siglo pasado, Alberto Hurtado, Sacerdote Jesuita y Santo de la Iglesia Católica, se preguntaba aquello, en torno a su país:
Tras mirar el video adjunto, nosotros mismos podemos preguntarnos lo pertinente en torno ya no solo a Chile, sino a la América toda, y no solo en torno al Catolicismo, sino en torno al Cristianismo en su conjunto.
Y es que bajo el prurito de que se debe separar el estado y la iglesia, el laicismo ha ido avanzando no solo desde lo estatal hacia la pérdida de un rasgo centenario de nuestra cultura, sino desde lo social hacia una negación de la identidad que nos conectaba con los países fundadores de nuestro mestizaje y del sincretismo cultural que se vivía como natural hasta hace pocas décadas.
En dichas circunstancias bien cabe la pregunta sobre el cristianismo de América, tanto en el Norte, como en el Centro y el Sur del continente. Estadísticamente, entre México y Brasil se supera el número de cristianos en Estados Unidos:
Se presenta esta estadística para mostrar un dato especial: China, al año 2015, siendo un país comunista, tenía más cristianos que Italia, el país que alberga a El Vaticano, la ciudad-estado sede del Catolicismo global. La fuerza del cristianismo no debe ser trivial como para que 67 millones de Chinos, o 90 millones de Filipinos, al igual que 80 millones de Nigerianos, opten por auto-declararse como seguidores de un maestro nacio hace más de 20 siglos.
El Cristianismo es la religión más practicada en el mundo, y se calcula que el número de sus fieles en el mundo es de aproximadamente 2.400 millones. Esta cifra representa alrededor del 32% de los habitantes de un planeta con 7800 millones de personas que lo habitan.
El resto de religiones comparadas con cuántos cristianos hay en el mundo quedaría más o menos así:
Religión cristiana: aproximadamente 2.400 millones de cristianos (32%).
Religión musulmana: aproximadamente 1.700 millones de practicantes del Islam (23%).
Hinduismo: aproximadamente 1.100 millones de personas que practican la religión hindú (15%).
Budismo: aproximadamente 520 millones (7%).
Religiosidad popular: aproximadamente 435 millones de practicantes (6%).
Judaísmo: aproximadamente 15 millones (0.2%).
Personas no afines a la religión: aproximadamente 1.200 millones (16.5%).
Resto de religiones minoritarias: aproximadamente 60 millones (0.8%).
Los creyentes en el mundo siguen siendo más del 80% de los habitantes del planeta, como un todo.
En América Latina (Statista 2018), la identidad religiosa de la población adulta de la región tiene un 58.7% de Católicos, 19.5% de Protestantes, y un 17.3% Sin religión, mientras que Otras respuestas llegan al 3.5% de la población.
Por cifras, todavía se tiene una mayoría cristiana y religiosa cercana o superior al 80% en lo primero y segundo, respectivamente, con un votante mediano que todavía es Católico en América Latina.
Hoy, que el Islam avanza con fuerza en el mundo, y que tras 20 años de guerra entre Estados Unidos, el país con más cristianos en América, frente a los Talibanes en Afganistán, ha mostrado el poder de la religión como cohesionador para hacer frente a la que todavía es la mayor de las potencias económicas, políticas, militares y sociales del mundo, bien conviene revisar si la región y el continente podrán enfrentar sus retos políticos, ambientales, culturales, económicos y sociales por fuera de una matriz en la que el amor al bien supremo sobre todas las cosas solía ser lo principal, seguido de una preocupación por el prójimo como matriz de relacionamiento entre hogares y familias, barrios, comunidades, ciudades, provincias, países, regiones y continentes.
Sin esos elementos, quizá se pueda esperar que en América ocurra lo que ocurrió en Europa, donde Juan Pablo II pedía, en 2004, una mención a las raíces cristianas de Europa en la "futura" Constitución, misma que no llegó jamás. Juan Pablo II afirmaba que la unidad de los pueblos europeos si quería ser duradera no podía "ser sólo económica y política".
Quizá valdría la pena parafrasear hoy por hoy lo que El decía hace más de 15 años, para la Europa de ayer, pero mencionándolo como una cita acondicionada, para América toda: "La historia de la formación de las naciones (americanas) camina junto con la evangelización. Por ello y a pesar de la crisis espiritual que ha marcado la vida del continente hasta nuestros días, su identidad sería incomprensible sin el Cristianismo".
Debemos preguntarnos, en dicho sentido, por ejemplo, si en Chile, ¿la nueva Constitución deberá reconocer las raíces cristianas que lo ligan al Nuevo y al Viejo Continente? La respuesta de ADN@+ es positiva: la identidad de Chile, como la de América, sería incomprensible sin el Cristianismo.
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