Cinco pensamientos desde el fondo del alma en estos días maravillosos globales:
1. Los momentos hay que vivirlos.
2. Las tradiciones se pueden cambiar, mutar, olvidarse o recuperarse.
3. Si algo permanece será porque tiene valor.
4. Lo que no llega no se debe buscar.
5. No hay mal que por bien no venga.
LOS MOMENTOS HAY QUE VIVIRLOS
La vida es una competencia contra uno mismo, contra el pasado y en favor del futuro y de los demás. Los mejores momentos son aquellos en los que uno se entrega en favor del resto con alegría, y supera sus miedos y límites para crear identidad propia y memoria colectiva.
Por ello, hay que vivir al límite siempre, escribir de corrido, querer al máximo, y limitarse solamente en aquello que uno comprende que puede hacer daño al prójimo y el futuro común. Vivir los momentos con fe es fundamental: con fe, esperanza y amor del bueno.
LAS TRADICIONES PUEDEN MUTAR PERO PUEDEN VOLVER TAMBIEN
Bajo esta óptica, la tradición per se no tiene un valor implícito, y tarde o temprano, nuevas tradiciones o mutaciones de las costumbres crearán una cultura diferente que quizá a futuro igual quede en desuso, sobre todo si violenta la regla del amor al prójimo como a uno mismo, o al bien supremo como lo más respetable.
El ser conservador dinámico es lo mismo, por ello, que el ser liberal constructivista. La mutación viene a través del diálogo, que parte de una posición epistemológicamente viable: respetar la posición del otro, su tradición, su mutación, sus idas y vueltas, y sus posibilidades infinitas de estar junto a uno, frente a uno, en contra de uno, empujándolo a uno, o las de uno mismo haciendo aquello frente al otro. Unos y otros, al final, estamos en el mismo barco. Podemos tener idas y vueltas, y eso no quiere decir nada salvo que somos humanos.
LO QUE TIENE VALOR PERMANECE
El bien y el mal son parte de la lucha eterna. En dicha lucha, social y culturalmente, política, económica, e incluso ambientalmente, la resiliencia viene dada por la capacidad de adaptación. Se conserva lo que nos permite sobrevivir como especie, sociedad, familia e identidad. La familia en sí misma muta, y la tradición del viejo testamento siempre puede ser acoplada a un nuevo, a un novísimo, o a un viejo, viejísimo, u olvidado testamento.
Lo que se hereda, por ejemplo, no se hurta. Y más tarde que temprano, por lo personal, o lo colectivo pasarán las modas, las medias tintas y las medianías, a caer en nuevas o antiguas normalidades, en función de nuestra limitada capacidad física de retener la experiencia. La tecnología nos lleva a realidades que antes eran impensadas, pero sigue siendo cierto que mientras los humanos controlemos las restricciones, solo lo que tiene valor para la especie y nuestro hábitat será lo que permanezca.
LO QUE NO ES VERDADERO SE DEBE DEJAR IR
Los tiempos actuales son capaces de detectar la falsedad a miles de Kilómetros, y antes de que el emisor de la misma pueda volver a argumentar. Es mejor asumir la realidad, y aprender que lo único absoluto es el cambio que se centra en el amor al prójimo, la mutación que se da para bien de los demás, y el perfeccionamiento que erradica la pobreza y reduce la desigualdad.
No todo es pan, techo y empleo. Hay identidades, hay causas, y elementos de voluntades que se superponen a los elementos de las racionalidades.
CUBRIRSE DE ESPERANZA
Por ello, la Navidad, como la imagen Judeo-Cristiana, en nuestra tradición exportada de Oriente y sus magos, hacia Occidente y sus legados, y reexportada desde dicho Occidente y sus comercios, regalos, negocios y sentidos remozados, con imágenes de otros tiempos y otros personajes, tiene igual su magia: la del renacimiento del bien.
El Cristo lo somos todos, y el niño Dios lo podemos encontrar en el cada uno del día a día. Podemos no ser cristianos, o ser ateos. Eso es libre. Sin embargo, todos habremos sido crucificados por la vida alguna vez y habremos resucitado y renacido. Allí está la poesía por la cual todos nos abrazamos en esta época de renacimiento. Este 2022 se viene con fuerza y de seguro será un año más de vida a la que hay que ponerle fe humana, esperanza social, y amor del bueno, para que prosperemos. Ese es nuestro destino. Esa es nuestra identidad.
FELIZ NAVIDAD 2021 Y UN PROSPERO AÑO NUEVO 2022
Roberto Salazar
y Equipo ADN@+
HEXAGON GROUP
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